PROGRAMA Nº 1164 | 27.03.2024

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NUESTRA SEÑORA DE LA GRACIA

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Es una advocación mariana muy arraigada en las tierras del Levante español así como en otras zonas de la Península. La veneración de Nuestra Señora de Gracia nació con la iglesia agustiniana de Lisboa, se extendió a España, en las misiones agustinianas de Asia y América del Sur. La primera noticia históricamente documentada es del año 1401 y se refiere a una cofradía homónima organizada en los conventos agustinianos de San Agustín y Nuestra Señora de Gracia en Valencia (España) y Lisboa (Portugal), respectivamente

Esta advocación mariana evoca el saludo del Arcangel San Gabriel a María, cuando el emisario de Dios le presentó sus planes de salvación y de maternidad; era la alegría para encarnar a su hijo; éste llevaría a cabo la redención de los hombres y ella sería la Madre corredentora; por eso, "Dios te salve María, llena eres de gracia". Para los cristianos esta advocación no hace más que resaltar esta cualidad divina que Dios puso en Santa María. Muchas son las imágenes que se veneran bajo esta advocación, como la Virgen de Gracia de Puertollano, la Virgen de Gracia de Caudete (Albacete), la de Biar (Alicante), la de Ayora (Valencia), la de Mahón (Menorca) la de Oliva de la Frontera (Badajoz), o la de Úbeda. En estas localidades destacan las fiestas que se realizan en honor a esta advocación mariana, como los Moros y Cristianos de Caudete, los más antiguos de España.

Es incierto el origen y circunstancias históricas de la elección del nombre y del culto particular de la Orden de San Agustín a esta advocación. Sabemos que desde tiempo inmemorial el culto florecía en los ámbitos agustinianos; pero desconocemos dónde y cómo surgió. Había sido norma generalizada que las órdenes mendicantes, a raíz de su institucionalización apostólica, aprovecharan devociones antiguas ya establecidas en el corazón de los cristianos y las acomodaran a su peculiar manera de pensar. Probablemente sea esta la explicación más verosímil de lo que aconteció respecto a su devoción arraigada por Nuestra Señora de la Gracia. Con lentitud, pero sin pausa, la advocación fue cobrando resonancia en sus expresiones comunitarias y litúrgicas.

A partir del Siglo XVI la devoción adquirió gran difusión en toda la Orden; contribuyó en ello el que se empezaron a edificar conventos bajo este epígrafe y también el relato de una leyenda que se extendió posteriormente, según la cual, María habría impedido que el Papa quitara a la Orden el habito blanco que se vestía entonces en su honor. A partir del Siglo XVII la advocación es considerada como propia de la Orden. Si bien el culto general es antiguo, la liturgia específica no fue concedida hasta 1807; en esta fecha, el Papa Pío VII, concedió a la Orden de San Agustín facultad para incluir en su liturgia la festividad en honor de Nuestra Señora de la Gracia, con Misa y Oficio propios. Se celebra el 25 de marzo, en clara alusión a la escena de la anunciación del ángel a María.

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